Jakob Nielsen, un auténtico referente en temas de usabilidad y sobre cómo escribir para la web, tiene una teoría muy loca: el contenido de Internet está generado por solo el 1% de los internautas. Según su modelo 90-9-1, la única preocupación del 90% de los internautas que se integran en comunidades online es consumir contenidos, otro 9% contribuye esporádicamente aportando valor y solo el 1% son clasificados como “heavy contributors”, los tremendamente activos.
Como nosotros, seguro que ya le has sacado algún «pero» a su teoría: ¿y todo lo que se genera y comparte en las redes sociales? Ahí todo el mundo participa, ¿no? En su defensa diremos que su teoría la expuso en 1996, cuando Mark Zuckerberg tenía 12 años, y que para su argumentación se apoyó en análisis realizados a principios de la década de los 90.
¿Entonces por qué nos estáis hablando de una teoría de hace casi dos décadas? Porque sigue siendo completamente válida. Existen materias sobre las que existe mucha información en Internet y cuentan con legiones de personas que generan contenido a su alrededor (dejamos la calidad aparte por un momento): música, series de televisión, blogs de viajes, de moda, de madres… Si te interesa alguno de estos temas en concreto, no debería llevarte mucho tiempo elaborar, gracias a Google, una lista con centenares de blogs que escriben sobre alguna de estas materias. Sin embargo, son temas tan generalistas que, por definición, interesan a cientos de miles de personas, por lo que la proporción del 90-9-1 se mantiene. Quienes generan contenidos en estos segmentos tienen mucha competencia, pero también muchos lectores (consumidores) potenciales.
Regresemos de nuevo a las redes sociales: mira tu timeline de Facebook y, más allá de las fotos de vacaciones y de los estados de ánimo, echa un vistazo rápido a cuánto contenido propio se comparte y cuánto proviene de fuentes externas. ¡Larga vida al 90-9-1!
Vayamos al nicho
Pero este modelo es aún más interesante si tenemos en cuenta los nichos de mercado minoritarios, el long-tail. Tomemos como ejemplo a la comunidad médica: cada año se elaboran cientos de sesudos estudios sobre enfermedades y tratamientos médicos, pero el canal preferido para su difusión siguen siendo las publicaciones especializadas en papel. El contenido de estos estudios no llega a Internet en muchas ocasiones o lo hace de manera truncada: pidiendo un pago o suscripción para leer el artículo completo. El autor está perdiendo relevancia para sus hallazgos y para su propio prestigio profesional, pero lo más grave es que se está limitando a sus colegas el acceso a un conocimiento muy valioso. Quien publique (y haga públicos) sus descubrimientos se convertirá en un referente para el resto pese a que existan otros trabajos sobre esa misma materia, ya que el acceso a estos otros es mucho más complicado.
La gran mentira
Una gran mentira de nuestro tiempo es que en Internet se puede encontrar todo. A nosotros, lectores compulsivos de blogs, muchas veces nos da la sensación de que, independientemente de la materia que se trate, la gente escribe refritos y más refritos sobre un mismo concepto y apenas se genera contenido novedoso o se presta atención a otras cuestiones muy interesantes.
Falta muchísimo por contar: desde las experiencias de las generaciones más mayores a los avances más novedosos en determinados campos. Para qué negarlo, no todas las comunidades piensan en Internet para transmitir su legado. En esos casos, quienes generan contenido, ese 1%, no solo contribuye a aportar valor: ante la escasez de información, se convierten en los referentes en la materia y en líderes de opinión. Cuando no existen más referentes, quien domina la información domina el discurso.
Si te has dado cuenta de la importancia de la teoría del 90-9-1 y dominas una materia o campo concreto ya deberías estar pensando en qué contenido vas a generar. Da igual que sea texto, infográfico, vídeo o como te resulte más fácil, porque esa determinación te convertirá en el macho alfa de tu nicho de mercado.
Un 1% peligroso
Todo gran poder conlleva una responsabilidad. Quien logra posicionarse como ese 1% debería ser realmente un referente en la materia, pero también debería fomentar la participación del resto. Volvamos a Nielsen, de quien rescatamos algunos de los riesgos que puede generar ese 1%:
Feedback distorsionado: como el 90% no participa y solo consume información podría llegar a transmitirse la sensación de que la opinión general es la de ese 1% que es hiperactivo.
- Valoraciones: en línea con el punto anterior, las opiniones sobre determinados productos y servicios se generan en torno a un segmento muy pequeño del total de consumidores.
- Búsquedas en Internet: como los buscadores tienen en cuenta para el posicionamiento el número de enlaces que redirigen a un sitio concreto, si el 1% es el encargado de determinar cuáles son las fuentes “relevantes”, otras webs de interés corren el riesgo de perder relevancia porque no han sido señaladas por ese 1% al resto de la comunidad.
- Ruido: la hiperactividad del 1%, que se siente en la obligación de convertirse en referente y participar en todos los debates de la materia aunque no los domine en su totalidad, acaba convirtiéndose en ruido para el resto de internautas.